¿Debería la Euroliga tener su propio All-Star?
El baloncesto europeo parece preparado para un cambio en el futuro cercano. La expansión de la Euroliga con un nuevo equipo en Dubai, abre la probabilidad de un cambio radical. Una de ellas, la posibilidad de incorporar en el calendario del baloncesto europeo un partido con todas las estrellas de la Euroliga. Un fin de semana All–Star al más puro estilo NBA.
Algo que muchos aficionados han reclamado, pero hasta el momento, solo en Francia se celebra un evento de estas características. La edición de esta temporada, fue ganada por Team World, liderada por la superestrella de Mónaco Mike James. Además, también contó con un concurso de mates, de triples y desafío de habilidades. Todo esto, ante 15.843 espectadores que llenaron el Accor Arena de París.
Los All–Star solían ser un pilar del baloncesto europeo entre 1964 y 1995. Entonces, la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) celebraba partido espectáculo entre las Estrellas de la Selección Europea y varios oponentes, que incluían equipos selectos de Estados Unidos, clubes europeos y selecciones nacionales del viejo continente o del extranjero. Algo que servía, incluso, para que muchos jugadores que estaban cerca de retirarse pudieran tener una despedida a la altura. Un last dance.
En la NBA, por ejemplo, es donde explotó un producto que poco a poco va en decadencia. La edición de este año, con 397 puntos anotados y pocos momentos destacados, demuestran que el fin de semana de las estrellas en Estados Unidos está perdiendo fuerza. Aun así, la idea de trasladarlo a Europa abre la puerta a un espectáculo que bien organizado podría llenar pabellones.
Imagínense un concurso de triples con Andreas Obst, Alex Abrines, Markus Howard, Alec Peters y Keenan Evans. O un concurso de mates con Josh Nebo y Chima Moneke. O unos duelos 1 vs. 1 entre Mike James, Shane Larkin o Wade Baldwin. Pero lo que está claro, es que para que esto triunfara en Europa, los aficionados al baloncesto europeo iban a querer ver esfuerzo en defensa e intensidad en el juego, no un simple ‘teatro’ con 300 puntos en un partido.