Cuando los defensas marcan: Laurent Blanc, el pilar de la selección francesa
Ronaldo regatea, corre ¡y marca! ¡Messi lo ha vuelto a hacer! Neymar: ¡el gol de la victoria! Todos hemos escuchado esas exclamaciones en los estadios de fútbol. El delantero estrella vuelve a ser el héroe del día. Pero en realidad, aún hay otros diez jugadores en el campo y, como reza el dicho: el ataque te da victorias, pero es la defensa quien te otorga campeonatos.
Para poner fin a esta injusticia en el mundo del fútbol, os presentamos una serie de diez episodios junto a OlyTV, en la que hablaremos de los defensores. Y para hacerlo más atractivo, nos centraremos en los defensas que más veces han visto puerta en la historia del fútbol.
En el cuarto puesto de nuestra serie, nos encontramos con Laurent Blanc. Este francés, de 58 años, es actualmente más conocido como entrenador – recientemente fue despedido del Lyon -, aunque en su época destacó como un formidable jugador, logrando ser campeón de Europa y del mundo, además de competir en la Premier League.
Empezó como centrocampista ofensivo
Blanc figura en los anales de la historia como defensor. Sin embargo, al iniciar su carrera en el Montpellier en la década de 1980, el talentoso jugador ocupaba el rol de centrocampista ofensivo, un ‘número 10’.
Jugando en el tercio del campo del oponente, Blanc podía exhibir su técnica apurada. En la temporada 1986/87, fue el ‘principal culpable’ de que el Montpellier ascendiera a la Ligue 1, gracias a sus 18 goles, tras varios años sufriendo en la segunda división.
Cuando ascendió a la Ligue 1, Blanc no fue tan productivo: marcó solo seis goles en la temporada 87/88, pero había una razón para ello. El entrenador del Montpellier en ese momento, Michel Mezy, exmiembro de la selección francesa, le dijo a Blanc que sería más útil para el equipo en la línea defensiva. En la visión de Mezy, esto representaba un equilibrio en la situación: aprovecharía la visión de juego y las habilidades de pase de Blanc en el campo, pero también quería compensar su falta de velocidad.
El entrenador dio en el clavo. Con su buen físico y fuerza, Blanc se convirtió en el pilar de la defensa del Montpellier, a la vez que proporcionaba a los delanteros pases verticales afilados desde la línea de fondo. Cabe destacar también los goles marcados en los saques de esquina y los penaltis convertidos.
En la temporada 88/89, Blanc marcó 16 veces, seguido por 14 y 15 más en los siguientes dos años. Su gol contribuyó a que el Montpellier levantara la última Copa de Francia del club en 1990, cuando se impusieron al RC París en la final (2-1).
Las experiencias en el extranjero no resultaron exitosas
En 1991, Blanc decidió que era el momento de avanzar y se incorporó al Nápoles, un club de la Serie A italiana. Años atrás, los celestes habían cosechado éxitos en la tierra de la pasta y la pizza. Sin embargo, en su primera temporada tras la salida de Diego Maradona, no lograron mantener ese nivel: se vieron relegados al cuarto puesto.
Blanc también logró marcar goles vistiendo la camiseta del Nápoles, en seis ocasiones, pero el francés sentía que el enfoque allí no le permitía dar lo mejor de sí. Así, decidió regresar a casa.
Pasó las siguientes cuatro temporadas en su país, jugando respectivamente para el Nimes, Saint-Étienne y Auxerre. Con este último, ¡incluso se consagró campeón, marcando un total de 23 goles. Hasta que en el verano de 1996, el gigante catalán, el FC Barcelona, llamó a su puerta.
El entrenador del Barça en aquel momento, Johan Cruyff, tenía interés en incluir al francés en su equipo. Sin embargo, un giro del destino lo cambió todo: el mismo día que Blanc dijo «sí» y firmó el contrato, Cruyff fue despedido. Como consecuencia, la etapa de Blanc en Barcelona no fue demasiado exitosa, y regresó a su país tras una decepcionante temporada en España.
Ascendió a ser ‘Le President’ en su país
En el verano de 1997, de entre los clubes franceses, fue el Marsella quien logró convencer a Blanc. Allí, recuperó su autoconfianza y se reafirmó como uno de los mejores defensores del país. Gracias a sus sólidas actuaciones y a los 13 goles anotados, el veterano defensor, ya con 31 años, se ganó el apodo de ‘Le Presidente’.
La temporada 1998/99 resultó aún más exitosa para Blanc y el Marsella, aunque no consiguieron alcanzar su meta principal. Finalizaron segundos en la Ligue 1, a un solo punto del Burdeos, quien se coronó campeón. En la Copa de la UEFA – predecesora de la Liga Europea –, tuvieron que conformarse con el subcampeonato, tras caer (0-3) ante el Parma en la final.
Luego, tras dos experiencias negativas previas, Blanc decidió probar suerte en el extranjero y se unió al Inter de Milán. Su segunda etapa en Italia resultó más fructífera; aunque no consiguió medallas, en el año 2000 fue nombrado Pirata d’Oro, distinción que reconoce al mejor jugador del Inter.
Campeón de Inglaterra con el Manchester United
En 2001, a la edad de 35 años, Blanc dio el paso más importante de su carrera al unirse al Manchester United. No obstante, su comienzo en la Premier League no fue idílico; para diciembre, el United ya había sufrido cinco derrotas con Blanc en el equipo. Curiosamente, estas derrotas se produjeron contra el Bolton, Liverpool, Arsenal, Newcastle United y Chelsea, formando un acróstico con el nombre de Blanc a través de las iniciales de estos clubes.
Por supuesto, se trató de una coincidencia y no existía una conexión real entre los hechos. No obstante, en la segunda parte de la temporada, tanto la forma del United como la de Blanc mejoraron, aunque no consiguieron superar al Arsenal. En este contexto, los errores se enmendaron en la siguiente campaña, 2002/03, cuando se proclamaron campeones de la Premier League.
Así, Blanc pudo retirarse del fútbol como el vigente campeón de Inglaterra, que, cabe destacar, fue solo su segundo título de liga, sumándose al campeonato francés de la temporada 95/96.
Héroe de Francia en el Mundial de 1998
Blanc logró dos medallas de oro con la camiseta francesa: el Mundial de 1998 y la Eurocopa del año 2000. No se puede menospreciar el papel de Blanc en estos éxitos. Fue uno de los subcapitanes del equipo y, en 1998, anotó el primer gol de oro de la historia de los mundiales, clave para que Francia superara a Paraguay por 1-0 en los octavos de final.